Se miraron por primera vez aquella estrellada noche,
y ella juró no haber visto nunca una sonrisa tan hermosa,
él, con magia en su alma le habló de la vida y sus acordes.
Toqué su pecho, y el latir de su corazón fue como una dulce melodía,
esa melodía que quise escuchar sin cesar y de la cual me enamoré,
hubo fuego, entre miradas, risas y secretos fue un gran día.
No quiero recordarlo demasiado, pero me sería imposible olvidarlo.
ni arrancándome el corazón del pecho, ni aún pasado mil años.
Ella cierra los ojos cuando el día no le gusta,
hace borrones en su cuaderno
y a ratos llora en silencio.
Después desaparece y planea una sonrisa,
se mira en el espejo y se siente como nueva,
pero a veces siente que se cansa de la vida.
Hay días en los que se come el mundo,
y otros días pasan un poco desapercibidos,
pero le marcan aquellos de dolor profundo.
A veces recuerda con nostalgia los días soleados,
le brillan los ojos y siente un aguijón en el alma,
le falta brillo en la mirada, pero prefiere mirar hacia otro lado.