y ella juró no haber visto nunca una sonrisa tan hermosa,
él, con magia en su alma le habló de la vida y sus acordes.
Toqué su pecho, y el latir de su corazón fue como una dulce melodía,
esa melodía que quise escuchar sin cesar y de la cual me enamoré,
hubo fuego, entre miradas, risas y secretos fue un gran día.
No quiero recordarlo demasiado, pero me sería imposible olvidarlo.
ni arrancándome el corazón del pecho, ni aún pasado mil años.
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