Amordazado está mi corazón,
pues siento que no puedo gritar cuando quiero,
ni hacer brotar las lágrimas que en mi ser se atragantan.
Me ahogo en anhelos y deseos lejanos,
como una nubecilla que se disipa allá lejos
detrás del horizonte.
La penumbra cae, y a veces con ella mi esperanza
de salir a la luz o gritar,
hasta reventar los tímpanos de aquello
a lo que llaman vida.
Pero realmente a nadie le importa,
o eso siento, una impotencia infinita...
Por querer
huir, salir, desvanecer o lo que sea,
pero muy
lejos de aquí y como si nada sonreír...
Es lo único
que queda en mi,
una pequeña
esperanza.