no a ti, sino a los recuerdos.
Que absurdo sería querer odiar cada día que pasé contigo;
cada promesa no cumplida, cada caricia, y cada beso recibido.
Sería enormemente absurdo odiar las tantas veces que hicimos el amor,
y los huecos de tu piel que en mi cabeza me se de memoria.
Que absurdo sería odiar tu piel, tus manos, tus preciosos ojos azules,
tu sonrisa, tu pelo rizado, y tu gran carisma.
Odiar todo eso sería tan absurdo como confirmarme a mi misma,
que a pesar de todo, una parte de mi te sigue queriendo con locura.