sábado, 1 de septiembre de 2012

Málaga en llamas

Ayer fue un día trágico para los malagueños, en concreto de Marbella en adelante, muchos pueblos y reservas naturales quedaron calzinados; todo fue una completa pesadilla.

Por todos lados era destrucción total, una clara masacre. Lo que antes era verde, ahora es negro.
Se perdieron montones de hectáreas de vida silvestre y salvaje, algunos habitantes veían como desaparecían sus hogares y otros tantos en refugios esperaban volver a su casa y que sus demás familiares cercanos estuvieran sanos y salvos. Vidas humanas se cobraron muy pocas, pero si alguna, e inumerables heridos e intoxicados.

Sin duda fue algo muy trágico, tanta destrucción, y peor aún, que posiblemente fuera un incendio provocado, en fin, ¿qué persona puede hacer tal cosa?



Recuerdo el día anterior, cuándo saqué a mi perro ví no muy lejos una enorme nube de humo, obviamente me asusté un poco, y pensé que podía ser un incendio, lo que no sabía es que fuera para tanto. Ese mismo día por la noche, sobre las cinco de la mañana me levanté para beber un vaso de agua y noté un fuerte olor a quemado, pero siendo esa hora y tal no le presté demasiada atención.

Cuando me levanté por la mañana, sobre las once si que me dí cuenta, miré por la ventana y llovía cenizas, que manchó coches, terrazas, calles y hasta el mar. (Ví fotos de las playas más cercanas y estaban cubiertas de cenizas). Y en el telediario solo daban malas noticias de la catástrofe, el fuego avanzaba constantemente destruyendo más a su paso, y el viento como no, ayudó en esto. Ya ni los bomberos, ni helicópteros podían con ésto, se fue de las manos y cada segundo, cada minuto contaba. Cada cinco minutos se escuchaban helicópteros de un lado a otro, y todos con la esperanza de que acabara ya esta pesadilla.

Y bien, ¿ahora qué, cuánto se tardará en recuperar todo lo perdido?
En fin, el daño ya está hecho, y habrá que vivir con ello, aunque peor lo tienen aquellos que perdieron su hogar. Ahora toca esperar a que las cosas se estabilizen y vuelvan a la normalidad, aunque por desgracia lentamente.

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