viernes, 1 de agosto de 2014
El arrebato de mi cordura
Que hasta el aire que respiro me recuerda a su aliento; y no, no soy capaz de encontrar una sonrisa que le sustituya.
Es que él me miraba y se me olvidaba el mundo por completo, yo ciega de amor sin dudarlo caí bajo sus encantos.
He de reconocer que será difícil olvidarle, pues mi piel lleva su nombre escrito a fuego. Yo me fundía con sus caricias, me deleitaba con sus besos y cada vez que pasaba por mi lado consumía mi aliento.
Una sonrisa suya era el mejor regalo que podía aportarme; eso era lo mejor del mundo, verle sonreír sabiendo que yo era el motivo de esa felicidad.
Y lo que más recuerdo es esas despedidas, cada vez que alguno de los dos volvíamos a casa y en la estación de bus nos despedíamos, dando el último beso y fuertes abrazos. La verdad, verle partir me destrozaba y se me escapaba la lagrimilla sin poder evitarlo.
Otra cosa muy curiosa es que por él hice locuras que por cualquier otro no haría, y aunque muchas veces dijera esto no es para tanto... siempre supe que él era todo y más y que en aquellos momentos recorrí cielo y tierra por sacarle una sonrisa porque era lo que me mantenía viva, saber que era feliz estando conmigo y lo fácil que me resultaba hacerle reír.
Pero ahora que quiero... pues nada, simplemente sacarle de mi mente, que la verdad; es muy fácil borrar las fotos, pero lo más difícil es borrar los recuerdos del corazón. Y por supuesto otra cosa, que si rehago mi vida ojalá no lo pase tan mal, que siempre hubo muy malos momentos y eso... simplemente una relación que aporte más sonrisas que malos ratos.
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